Por Dra. Marina Snitcofsky
MIEDO A LOS RUIDOS FUERTES
En los animales domésticos ciertos ruidos fuertes como estruendos producidos por las explosiones de los petardos o los truenos, pueden producir miedo. El miedo es una reacción normal que se produce ante un estímulo amenazante (con peligro real o potencial), y que tiene un fin adaptativo y de protección: generar una respuesta de escape.
En condiciones normales los animales se asustan de los ruidos fuertes y generalmente se escapan, tratando de evitar y alejarse de ese estímulo que los asusta. Sin embargo, con el tiempo se habitúan, es decir se adaptan y acostumbran al hecho de que estos estímulos aparentemente amenazantes no constituyen un peligro real, y entonces dejan de presentar una respuesta temerosa.
Algunos animales padecen un miedo extremo, excesivo, que se considera patológico. Este trastorno de miedo excesivo es llamado fobia (en este caso particular: fobia simple a los ruidos), donde se produce una respuesta exagerada ante un estímulo ambiental sin peligro real, y que no posee ninguna utilidad (no permite la adaptación).
En muchas ocasiones los propios dueños, por desconocimiento y sin mala intención, refuerzan estas conductas exageradas, brindando atención y tratando de calmar o proteger al animal que está asustado y que intenta evitar ese estímulo que le causa miedo. Esto es contraproducente y debe evitarse.
Si Ud. observa que su animal presenta alguno de los signos que a continuación se describen, ante un estímulo identificable (explosiones, petardos), es aconsejable realizar una Consulta Etológica con el Veterinario especializado para arribar al correcto diagnóstico, pronóstico y tratamiento del problema.
SIGNOS CLÍNICOS DE MIEDO: Deambulación, huída, esconderse, temblores, postura baja y rabo entre las patas, salivación, jadeo, aumento del apego hacia el dueño, gemidos, vocalización (ladrido/aullido/maullido), excitación, destrucción, vómitos, micción, defecación, agresión.
Cuando estos signos se producen en forma excesiva, exagerada, y no remiten espontáneamente (ni aún cuando el estímulo ha cesado), sino que perduran en el tiempo; se puede considerar que ese animal se encuentra en un estadío patológico, más grave que el miedo normal (fobia).
SEPA QUÉ HACER SI SU ANIMAL LE TEME A LOS RUIDOS DE LOS PETARDOS:
1) Todos los animales deben tener identificación en su collar o pretal (chapita con número de teléfono).
2) Asegúrese de que las puertas, puerta-ventanas, balcones y rejas están bien cerradas y supervise todas las entradas y salidas de visitas para evitar que el animal asustado se escape.
3) Bríndele a su mascota un lugar dentro de la casa que esté aislado de los ruidos del exterior (por ejemplo una habitación interna o incluso un baño), para que el animal pueda utilizarlo como escondite. Este espacio debe estar siempre accesible, y permitirle entrar y salir a voluntad (puerta abierta), pero aislado de los ruidos (ventanas y persianas cerradas).
4) Si es posible, dentro de esta habitación, coloque una cucha, jaula de transporte o caja donde el animal pueda esconderse. En el caso de perros pequeños o gatos puede ser útil habilitar espacios dentro de un armario.
5) Ponga música o el sonido de la televisión para mitigar los sonidos externos, a modo de «ruido blanco»
6) No refuerce la conducta de miedo, es decir: IGNORE al animal cuando está asustado, para lograr que esta conducta exagerada se extinga. Entonces, no intente alzarlo en brazos, ni abrazarlo, o calmarlo. Déjelo que busque un lugar donde guarecerse y mantenerse tranquilo. En cambio, sí bríndele atención y caricias en los momentos en que se encuentre tranquilo y no manifieste miedo.
7) Si la ansiedad y el miedo generado por los ruidos es muy importante, o si el animal va a quedarse solo en la casa, consulte con el Veterinario acerca de la posibilidad de medicarlo con un ansiolítico y/o un tranquilizante. Nunca le administre a su animal drogas tranquilizantes (aún si son de uso veterinario) sin consultar con el profesional acerca de su dosificación y modo de uso. Tampoco le administre a su animal drogas o dosis prescriptas para seres humanos sin consultar al Veterinario, ya que las mismas no son extrapolables a las mascotas, pudiendo producir intoxicación.
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