Neurobiología del comportamiento defensivo en el felino doméstico *
Introducción
El gato en la camilla: comportamiento de defensa en la clínica diaria
Los veterinarios que se dedican a la clínica de pequeños animales frecuentemente se enfrentan a la temible situación de intentar realizar una completa semiología o algún acto terapéutico sobre un felino que despliega comportamientos defensivos en su consultorio. En casi todos los libros de medicina y terapéutica felina se discuten algunas estrategias para evitar la agresión defensiva por parte del paciente durante su revisación médica, pero no suele explorarse en profundidad la naturaleza de estas reacciones.
En este artículo se desarrollarán las bases neurobiológicas que regulan la expresión del comportamiento defensivo, así como la signología propia de estas conductas, para considerar luego posibles estrategias preventivas, tanto para minimizar la exposición del paciente a una situación iatrogénica de miedo o estrés agudo, como para evitar daños sobre el profesional, el personal auxiliar, el propietario y el mobiliario del consultorio, producto de la agresión defensiva del felino que se siente amenazado.
Definiciones
Los comportamientos defensivos son reacciones normales que se desencadenan ante estímulos amenazantes provenientes del ambiente (animado o inanimado), sean estos reales o percibidos, que tienen como finalidad incrementar la probabilidad de supervivencia o reproducción de aquellos individuos que los despliegan adecuadamente (adaptado de Blanchard & Blanchard, 2008).
Estas reacciones de defensa pertenecen al patrón de comportamiento antipredatorio y son normales e indispensables en todas las especies. Se desencadenan a partir de una emoción normal, el miedo, la cual le permite al individuo que lo padece tener capacidad de adaptación y posibilidades de supervivencia.
Todas las especies animales, incluyendo el ser humano, presentan algún tipo de comportamiento defensivo. Estas reacciones defensivas ante circunstancias similares son análogas entre diferentes especies, aunque con características especie-específicas; e incluso existen estudios que demuestran que, durante estas reacciones de defensa, se activan circuitos cerebrales equivalentes en las diferentes especies (Ratas: Canteras, 2002; Ratones: Martinez y col., 2008; Humanos: Mobbs y col., 2007), lo que sugiere la existencia de cierta homología en los comportamientos defensivos de los mamíferos.
Siendo los felinos domésticos animales que pueden categorizarse como “presa” (aunque también sean predadores), ciertos estímulos que se asemejen a la presencia de un predador podrán a disparar alguna de las respuestas defensivas. Los estímulos amenazantes naturales pueden incluir, además de la presencia real de predadores (o individuos que lo parezcan), estímulos asociados como olores o sonidos, y también el ataque de conespecíficos (agresión competitiva), o situaciones peligrosas del ambiente (ambiente novedoso, dolor, incomodidad, ruidos fuertes, etc.).
Miedo innato, miedo aprendido
Así como muchos otros patrones de comportamiento, las reacciones defensivas tienen un componente innato: las ratas de laboratorio muestran comportamientos defensivos ante la presencia de un gato, o del olor del mismo, aún cuando nunca antes en su vida, ni en la de sus ancestros criados en cautiverio, habían tenido contacto con un predador natural. De la misma manera existe una respuesta innata de miedo en los felinos ante la exposición a un posible predador (individuo de cualquier especie con la cual el gato no esté socializado, de mayor tamaño que el felino y que no genere el estímulo llave para disparar su comportamiento de cacería), o ante la exposición a un ambiente novedoso.
Sin embargo el comportamiento defensivo también tiene un componente aprendido, cuya memoria se forma y almacena principalmente en la amígdala y sus conexiones con el hipocampo, llamado miedo condicionado. Se produce esta memoria aversiva ante situaciones desagradables, dolorosas o que le generan miedo al individuo víctima, quien las asociará con el contexto de presentación original (por ejemplo la visita al consultorio del veterinario si es que allí ha tenido una experiencia traumática). El miedo condicionado o aprendido es la base neurobiológica del llamado estrés post-traumático, donde el individuo evoca la emoción original toda vez que es expuesto al mismo contexto, o a un contexto muy semejante. A su vez es también aprovechado terapéutica o educativamente para disminuir los comportamientos inadecuados, a través de la técnica de condicionamiento aversivo.
Signos clínicos de miedo
La signología que acompaña esta emoción asienta primordialmente en la activación autonómica (principalmente del simpático) y neuroendócrina, generando una respuesta fisiológica de estrés agudo (ver Fig. 3 A y B.) que comprende:
- Signos físicos
- Taquicardia, taquipnea, midriasis, sudoración palmar/plantar, piloerección, salivación, micción, defecación, síncope (por reflejo vago-vagal)
- Signos comportamentales
- Excitación, hipermotricidad, hipervigilancia, hiperreactividad, agresión defensiva, inmovilización, evitación, escape.
Clasificación de los comportamientos defensivos
Los comportamientos de defensa pueden agruparse, según su signología, en 3 categorías, que dependen del estímulo disparador, del contexto de aparición, de la secuencia comportamental y de la consecuencia que esta reacción tiene para el individuo. Se conoce comúnmente a estas categorías como “las 3 F”, por sus siglas en inglés “Fight, Flight or Freeze”, luchar, huir o inmovilizarse. A continuación se describen cada una de estas posibles respuestas de defensa, teniendo en cuenta sus características de presentación.
- Lucha (fight): comportamientos de agresión de tipo defensiva, cuya postura típica en el felino comprende: pabellones auriculares lateralizados, pupilas dilatadas, boca abierta, vocalización, bufido/soplido. Esta respuesta se desencadena ante la presencia de un estímulo amenazante intenso, a corta distancia del individuo víctima, y cuando este último no tiene posibilidad de escapar (situación de encierro, el gato se encuentra acorralado). La agresión defensiva puede constituir la única posibilidad de supervivencia, e incluye las fases de amenaza (bufidos, vocalizaciones), consumatoria (morder, arañar) y de apaciguamiento (vuelta al reposo).
- Huída (flight): escape, evasión o elusión. Toda vez que exista la posibilidad de escapar, esta será la respuesta comportamental esperable ante un estímulo amenazante potencial, o bien real pero que se encuentra alejado, a gran distancia de la víctima.
- Inmovilización o Congelamiento (freeze): respuesta de inmovilización ante un estímulo amenazante potencial, o bien real pero que se encuentra alejado, a gran distancia del individuo víctima, cuando no existe posibilidad de escape (situación encerrada, el gato se encuentra acorralado). El individuo adquiere una postura “encogida”, en decúbito esternal, con flexión de los cuatro miembros debajo del cuerpo, manteniéndose completamente inmóvil, y en general presentando una fascie de miedo (pupilas dilatadas, orejas lateralizadas). Se cree que la reacción de congelamiento busca disminuir la motivación del predador, cuyo estímulo llave de su secuencia predatoria es, justamente, el movimiento de la presa.
La aparición de una de estas alternativas de respuesta ante la amenaza, depende, entonces, de los siguientes factores (Fig. 1):
- Individuo “víctima”, presa o amenazado: Aún cuando la mayoría de los individuos de la misma especie reaccionan de manera semejante ante una amenaza, dependerá también del temperamento de la víctima, el tipo e intensidad de su reacción defensiva.
- Estímulo amenazante:
- Tipo o nivel de estímulo
- peligro o amenaza real
- peligro o amenaza potencial, virtual
- Intensidad del estímulo:
- Un estímulo ambiguo o poco amenazante como el olor de un predador (sin presencia del mismo), puede
- Tipo o nivel de estímulo
desencadenar un comportamiento de evaluación de riesgo
(risk assessment behavior): estirarse para ver y oler (exploración estática), aproximarse cautelosamente, investigación olfativa.
- Un estímulo fuertemente amenazante, como la presencia real del predador, desencadenará una respuesta de lucha, huida o inmovilización, dependiendo de los otros factores.
- Contexto:
- Distancia entre el estímulo amenazante y la victima (distancia defensiva, defensive distance)
- Peligro o amenaza distal: Si la distancia es grande entre el predador y la presa, la respuesta será de evitación o escape.
- Peligro o amenaza proximal: Si la distancia es muy pequeña o cuando incluso hay contacto físico, se desencadenará una respuesta de agresión defensiva. o Posibilidad de escape
- Si existe posibilidad de escape, el animal va a huir.
- Si no existe posibilidad de escape, el animal va a adoptar una postura de inmovilización o bien va a agredir.
- Distancia entre el estímulo amenazante y la victima (distancia defensiva, defensive distance)
Neurobiología de los comportamientos defensivos
Con fines didácticos se puede describir la base neurobiológica de los comportamientos de defensa tomando por separado sus componentes neuroanatómicos, neurobioquímicos y neurofisiológicos:
a) Bases neuroanatómicas de la respuesta defensiva
Se ha comprobado a través de experimentos de electrofisiología, lesiones cerebrales, farmacología del comportamiento e imagenología funcional, que las estructuras cerebrales principalmente involucradas en el control, la regulación y la expresión de los comportamientos defensivos son: amígdala, núcleo del lecho de la estría terminal (BNST), corteza prefrontal, hipocampo, rafe dorsal, septum, hipotálamo y sustancia gris periacueductal (PAG). La agresión defensiva en el felino, que ocurre en respuesta a una amenaza, puede ser inducida por estimulación eléctrica del hipotálamo medial o de la PAG. (D. C. Blanchard & R. J. Blanchard, 1972; D. C. Blanchard et al., 1981; Bovier et al., 1982; Canteras, 2002; Degroot & Treit, 2004; Graeff, 1994; Pentkowski et al., 2006).
En las siguientes imágenes tomadas por resonancia magnética, se señalan las mencionadas estructuras (Fig. 2 A y B.):
Fig. 2.
- Vista lateral, corte sagital:
- Vista rostral, corte transversal:
Fig. 3. Relaciones neuroanatomo-funcionales en la respuesta defensiva
b) Bases neurobioquímicas de la respuesta defensiva
Las respuestas defensivas de los mamíferos son sensibles a fármacos ansiolíticos y ansiogénicos. En base a estudios farmacológicos se han caracterizado las funciones de los neurotransmisores y receptores involucrados en las reacciones defensivas que, según si las desencadenan o las inhiben, su función biológica es denominada “ansiogénica” (desencadena comportamientos defensivos) o “ansiolítica” (inhibe comportamientos defensivos).
Los neurotransmisores principalmente involucrados en la modulación del comportamiento de defensa son:
- Catecolaminas:
- Noradrenalina (NA): Función excitatoria a través de receptores α sobre núcleos dorsales del rafe (NDR) y amígdala, con acción ansiogénica. Efectos periféricos principalmente por acción sobre receptores α y β: Agitación, taquicardia, sudoración, piloerección, ptialismo, midriasis
- Adrenalina o Epinefrina (Ad): baja concentración a nivel central (la relación NA:Ad en el cerebro es aproximadamente 10:1). Acción predominantemente periférica a través del sistema nervioso autónomo, vías simpáticas, sobre receptores α y β: Agitación, taquicardia, sudoración, piloerección, ptialismo, midriasis, vasoconstricción periférica, disminución motilidad TGI
- Dopamina (DA): con acción sobre el control del humor y el control locomotor. Relacionada con la atención y anticipación, con el comportamiento exploratorio y con ciertas manifestaciones autonómicas (a través de receptores D2 en TGI y vejiga): vómitos, diarrea mucosa, micciones frecuentes.
- Serotonina (5HT): neurotransmisor inhibitorio, con receptores presinápticos (autorreceptores cuya estimulación inhibe la secreción de serotonina, y por lo tanto, con efecto ansiolítico) y postsinápticos (con efecto ansiogénico, en Sist. Límbico y núcleos dorsales del rafe). La estimulación de estos receptores postsinápticos aumenta la secreción de ACTH, oxitocina (OT) y GCC, así como la conducta agresiva.
- Acetilcolina (ACh): neurotransmisor excitatorio que induce comportamientos aversivos cuando es secretado en hipotálamo.
- GABA: principal neurotransmisor inhibitorio, con receptores distribuidos en todas las estructuras cerebrales. Los receptores GABAA poseen un sitio de unión para fármacos benzodiacepínicos (y compuestos endógenos similares a las BZDs), produciendo ansiólisis. El estrés crónico produce la disminución de la secreción de GABA.
- Glutamato (Glut): aminoácido excitatorio relacionado con el aprendizaje y la formación de memorias en hipocampo y amígdala (memoria aversiva). Tiene acción ansiogénica y panicogénica (en PAG), y los antagonistas de su receptor NMDA poseen acción ansiolítica.
- Histamina (His): aminoácido excitatorio con cierta acción ansiogénica a través de sus receptores H1 Los antihistamínicos como hidroxizina tienen cierta acción ansiolítica y leve acción sedativa.
- Neuropéptidos/Neurohormonas:
- Vasopresina: secretada principalmente en Amígdala y N. hipotalámicos. con receptores periféricos (V2 en riñón: acción antidiurética, V1A en ms. liso vascular: vasoconstricción) y centrales (V1B: hipófisis, cerebro). Es sexualmente dimórfica y está involucrada en el reconocimiento social, marcación, agresión intrasexual y cortejo. Potencia el efecto de CRH y ACTH: ansiedad, vigilancia, excitación.
- Familia CRH o urocortina: secretada principalmente en hipotálamo, modula los sistemas glutamatérgico, dopaminérgico, serotoninérgico y noradrenérgico, y está relacionada con la cognición, las emociones y el comportamiento defensivo. Su secreción produce disminución de la exploración de ambientes novedosos y del aprendizaje. Posee subtipos de receptores con diferentes funciones: CRH1: ansiogénico: estimula SNA-simpático, inhibe al sistema inmune, produce excitación, ansiedad, inhibición
del comportamiento alimenticio. Su antagonista antalarmin reduce la respuesta ansiosa y de miedo; y CRH2: ansiolítico, no activa el eje hipofisario, inhibe CRH1, estimula SNA-parasimpático
(vasodilatación), produce inhibición del comportamiento alimenticio.
- Oxitocina (OT): con acción ansiolítica, inhibe el comportamiento defensivo y la respuesta de estrés. Modula el comportamiento social (de aproximación), maternal y de agresión.
- Prolactina (PRL): Regulada negativamente por la DA: Aumenta durante la respuesta de estrés por disminución dopaminérgica de prolactostatina. Modula el comportamiento social, maternal y de agresión
- Neuroesteroides:
- Alopregnenolona (derivada de progesterona), actúa sobre los receptores GABAA, con acción ansiolítica y sedativa
- Esteroides sexuales (estrógeno y testosterona): modulan los estados reaccionales, potencian la respuesta a ACTH y disminuyen la secreción de GCC.
- Colecistoquinina (CCK): con acción ansiogénica, su administración experimental induce el ataque de pánico en individuos normales.
- Péptido Intestinal Vasoactivo (VIP), sustancia P, péptido Y: predominantemente ansiogénicos, con función periférica sobre tracto gastrointestinal, aumentando la motilidad y las secreciones. Involucrados junto con la DA en la fisiopatogenia de la Enteritis Inflamatoria Inmunomediada (EII) o colon irritable.
- Neurotransmisores atípicos
- Opioides y endorfinas: los péptidos opioides que actúan sobre receptores mu y delta en la PAG suprimen fuertemente las reacciones defensivas. Son liberados ante reacciones extremas de miedo o pánico, y tienen acción analgésica central.
- Oxido nítrico (ON): Modulación de la reacción de defensa, agonistas con acción ansiolítica dosis dependiente.
- Endocanabinoides: con receptores en corteza prefrontal, hipocampo, amigdala y PAG. El ligando endógeno y los agonistas del subtipo de receptor CBD1 tienen efecto ansiolítico, orexígeno, analgésico y estimulan la neurogénesis.
- c) Bases neurofisiológicas de los comportamientos defensivos:
Como se ha mencionado antes, la fisiología del comportamiento defensivo radica en una respuesta normal de estrés agudo, que comprende la activación del sistema nervioso autónomo simpático y del eje hipotálamohipófisis-adrenal. Se resumen en las Figuras 4 A y 4 B, los eventos fisiológicos desencadenados por una respuesta de miedo.
Fig. 4 A
Los sistemas de regulación del organismo (sistema nervioso: cognición, emociones, control locomotor y visceral; sistema endócrino y sistema inmune) están íntimamente relacionados, y dichas relaciones se conocen como red de integración psiconeuroinmunoendócrina (PNIE). Ver Fig. 5.
El Dr. Rubén Mentzel, M.V. especialista en Etología Clínica, propone que en medicina veterinaria se denomine “etoneuroinmunoendocrinología” (ENIE) a la disciplina que estudia dicha red, ya que en nuestros pacientes la esfera que regula las emociones, la cognición y el control de los comportamientos no sería psicológica, sino etológica.
Fig. 5
Red de integración etoneuroinmunoendócrina (ENIE)
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Sistema Inmune humoral + celular
Linfocitos con receptores de neurotransmisores y hormonas
Es a partir del análisis de esta red ENIE que se han descubierto relaciones bidireccionales entre enfermedades somáticas y alteraciones emocionales.
Por un lado, se sabe que existe liberación de citoquinas proinflamatorias (IL-1, IL-6) como respuesta tanto a estresores físicos (injuria, infección) como emocionales (sociales o ambientales). Estas citoquinas tienen acción sobre el sistema nervioso central, a través de receptores neuronales específicos, generando lo que se conoce como “comportamiento de enfermedad” (sikness behavior), que es un estado de inhibición motivacional que comprende fatiga, letargia, anhedonia, disminución de la libido, hiporexia, disminución de los contactos sociales y de los patrones de comportamiento exploratorio, lúdico y sexual.
Observaciones empíricas de animales con enfermedad física sintomática que incrementaban sus reacciones defensivas, llevaron a realizar experimentos para dilucidar la fisiopatogenia de tales efectos. Se utilizaron felinos a los cuales se les administró LPS por inyección directa en hipotálamo medial, la cual no tuvo efecto sobre la agresión defensiva, sugiriendo que los efectos observados sobre el comportamiento estarían regulados de manera indirecta por mediadores periféricos, como las citoquinas. Se estudió, entonces, el rol de dichas citoquinas en la regulación del comportamiento de agresión defensiva en felinos, demostrando que la IL-1 desencadena comportamientos defensivos cuando es inyectada en el hipotálamo medial o en PAG dorsal. Las citoquinas IL-1b actúan sobre neuronas de la PAG potenciando el comportamiento de agresión defensiva, mediado por el receptor serotoninérgico 5-HT2. El tratamiento con antagonistas de dicho receptor bloquea este efecto facilitador de la IL-1b.
Por otro lado, se ha demostrado que existe una disminución de la respuesta inmune (con inmunocompromiso o inmunosupresión) ante situaciones de estrés crónico o enfermedades comportamentales que cursan con miedo excesivo y sostenido, como ansiedad o fobias, por acción de GCC, activación de SNA-simpático, y liberación de neurohormonas como CRH, endorfinas, encefalinas, VIP, OT y PRL. Se observa, en estos casos:
- Disminución de la inmunidad humoral, con menor síntesis de anticuerpos; y celular, con disminución en cantidad y funcionalidad de linfocitos T helpers 1 (LTH1)
- Disminución de la respuesta inflamatoria: menor fagocitosis, permeabilidad capilar, migración y proliferación de leucocitos
- Alteración del leucograma (Leucograma de estrés o Triada de Thorn: ↑NФ, ↓LФ, ↓ EФ, ↑ Mo)
- Disminución en la producción de ciertas citoquinas y mediadores de la inflamación
Además se ha estudiado la predisposición a enfermedades inmunomediadas en individuos sometidos a estrés crónico o que padecen trastornos de ansiedad, encontrando en ellos mayor prevalencia de enfermedades producidas por hipersensibilidad (anafilaxia, asma alérgico, atopía, alergia alimentaria), reacciones autoinmunes o desregulación del sistema inmune (cáncer, enfermedad intestinal inflamatoria).
Manejo etológico del felino en la consulta clínica diaria
El paciente felino que es traído a la consulta es probable que esté enfrentando una situación de estrés agudo, que sienta miedo y que despliegue reacciones de defensa. Resulta una obviedad aclarar que en la mayoría de los casos estos comportamientos constituyen un peligro para el entorno social (humano y animal) y físico (edilicio).
Menos explorado pero no menos importante, es el bienestar del paciente que está padeciendo miedo. Si bien el miedo es una emoción normal, produce un impacto negativo sobre el bienestar físico y emocional del individuo, especialmente si se sostiene en el tiempo generando un estado de estrés crónico o patológico. Aun cuando sea involuntaria y sin intención, el miedo causado por la consulta al veterinario puede considerarse iatrogénico.
La mayoría de los pacientes felinos adultos que entran al consultorio están experimentando alguna o varias de las siguientes situaciones que pueden percibir como potencialmente peligrosas:
- Enfermedad física debilitante que, como se ha visto en el apartado de integración ENIE, será facilitatoria de los comportamientos defensivos.
- Traslado en transportador o semejante, el cual generalmente no les resulta familiar, pudiendo causar miedo o aversión.
- Salida a la calle, con la consecuente exposición a estímulos que, en los gatos que no salen habitualmente (indoors), pueden producirle miedo.
- Llegada a un ambiente novedoso, si es la primera vez que visitan el consultorio, o bien a un contexto conocido que les evoca memorias aversivas, si es que han recibido allí algún tratamiento o maniobra semiológica desagradable (toma de temperatura, administración de vacuna) con anterioridad. En ambos casos podrá producirle miedo (innato si el ambiente es novedoso, condicionado si hubo un aprendizaje aversivo asociado al contexto).
- Manipulación por parte del veterinario, quien puede resultarle desconocido, o bien puede asociarlo negativamente con una experiencia traumática previa. Nuevamente, cualquiera de los casos podrá producirle miedo.
Como agravante, puede ocurrir que el paciente en cuestión tenga, además, un trastorno de comportamiento, como una fobia social o un trastorno de ansiedad, en cuyo caso la presentación de los signos, especialmente de la agresión defensiva, serán más acentuados y más difíciles de mitigar.
Teniendo en cuenta la signología de los comportamientos defensivos y su base neurobiológica se discuten aquí algunas estrategias para evitarlos, desde la prevención en el gatito hasta el manejo en el individuo adulto.
- A) Estrategias de prevención: en la primera consulta del gatito o juvenil se pueden implementar algunas pautas que ayudarán a prevenir situaciones peligrosas futuras:
- Todo felino debería estar habituado al transportador, a través de las siguientes técnicas:
- Todo felino debería estar habituado al uso de pretal y correa como elemento de control.
- Todo felino debería estar habituado a salir a la calle (en brazos, dentro de un bolso/canasta/jaula/transportador, o inclusive caminando por la vereda controlado con pretal y correa).
- Todo felino debería estar habituado a viajar en automóvil.
- Todo felino debería estar habituado a las visitas al consultorio del veterinario. – Todo felino debería estar habituado a maniobras semiológicas y de sujeción de rutina. Realizar habituación gradual a la manipulación de los miembros (incluyendo las falanges, aprovechando la rutina de onicotomía que el propietario puede realizar con regularidad), pabellones auriculares, palpación abdominal, sujeción en brazos y por el pliegue de piel de la nuca.
- B) Estrategias de manejo: En el felino adulto que no ha recibido una correcta habituación como la antes descripta, se puede disminuir la aparición de miedo y sus comportamientos defensivos asociados, o bien realizar maniobras de sujeción con mínimo riesgo, a través de las siguientes estrategias:
- Si se tiene la oportunidad y el caso lo permite (según la complejidad de los signos clínicos o el manejo terapéutico requerido), y sólo si el felino no tiene antecedentes de presentación de agresión territorial (a extraños que entran a la casa), se podrá visitar al paciente en su domicilio en lugar de que el mismo sea trasladado al consultorio, teniendo en cuenta los siguientes puntos:
- Que el propietario coloque al animal en una habitación de la casa de tamaño reducido y sin mobiliario donde el gato pueda esconderse (por ej puede ser en la cocina, en el living si se bloquea el acceso bajo el sillón o detrás de los muebles, en un estudio, en la habitación si se bloquea el acceso bajo la cama, o incluso en el cuarto de baño).
- De ser posible, que el propietario lo tenga en brazos o bien en decúbito esternal sobre una superficie blanda (sillón, cama) sosteniéndolo con firmeza pero sin forzarlo, con ambas manos, haciendo una leve presión sobre la grupa y sobre la cruz (o tomándolo del pliegue nucal en el caso de que el felino esté habituado a esa maniobra).
- Si en cambio las maniobras semiológicas o terapéuticas no pueden ser realizadas en el domicilio: – Antes de salir de la casa:
- Rociar el interior de la transportadora con feromonas de apaciguamiento (fracción F3) sintéticas, o con hierba gatera (catnip).
- Orientar al gato hacia la transportadora con estímulos agradables (alimento, juego, caricias), sin forzarlo.
- Cubrir la transportadora con una toalla o manta para disminuir los estímulos visuales de la calle, el auto y el consultorio.
- Si el paciente tiene antecedentes de reacciones de agresión defensiva y miedo excesivo, prescribir un ansiolítico (alprazolam 0,05-0,25 mg/kg, clonazepam 0,1-0,5 mg/kg, clorazepato dipotásico 0,5-1 mg/kg o diazepam 0.20.4 mg/kg) o un neuroléptico (acepromacina 0,025 mg/kg o haloperidol 0.15-0.2 mg/kg) para que reciba por vía oral por lo menos una hora antes de concurrir a la consulta.
- Preparación del consultorio: La situación ideal seria tener un consultorio exclusivo para felinos, o por lo menos que en el recorrido para entrar al consultorio, el paciente no se cruce con otros animales (doble circulación, mamparas, biombos, etc).
- Eliminar feromonas de alarma de previos pacientes, limpiando la camilla y elementos utilizados con detergente enzimático, luego agua oxigenada y por último alcohol 96º, dejando este sin enjuagar para que se evapore. Del mismo modo lavarse las manos con jabón o detergente y luego de enjuagar, pasarse alcohol.
- Aplicar spray de feromonas de apaciguamiento (fracción F3) sintéticas (Feliway ®) sobre la camilla y alrededores, o mantener siempre enchufado un difusor con las mismas. Si estuvieran disponibles las feromonas de reconocimiento (fracción F4), rociarse las manos, brazos y torso (Felifriend ®).
- Minimizar el ruido, utilizar luz cálida en lugar de luz blanca o de tubo, bloquear acceso a bajomesadas o muebles, cerrar bien puertas y ventanas, minimizar el número de personas presentes (no más que el médico actuante, un auxiliar y uno de los propietarios).
- Tener preparados elementos de refuerzo positivo y/o distractores (juguetes con catnip, alimento gustoso, juguetes colgantes) y elementos de control que podrían ser necesarios (manta o toalla, bozal para gatos o máscara, cepo).
- Manejo: una vez que la caja transportadora es colocada sobre la camilla, abrir la puerta y alejarse lo más posible permitiendo que el gato explore libremente, sin forzarlo a salir, mientras, por ejemplo, se realiza la anamnesis. Si el animal se encuentra inhibido adentro de la transportadora, que el propietario desarme la misma y lo saque para ponerlo sobre la camilla. Para acercarse y tomar contacto con el paciente, se debe observar su postura y su comportamiento para decidir como actuar. Si el gato ya presenta signos de miedo, el manejo será diferente según el tipo de reacción de defensa, intentando evitar la agresión defensiva, aprovechando la respuesta de escape y fomentando la de inmovilización. En cualquiera de los casos se buscará un método de sujeción física segura para realizar luego una sujeción química o sedación.
- Si el gato presenta una reacción de inmovilización, sin vocalizaciones de amenaza; la aproximación debe ser gradual, con paso lento pero regular, sin emitir sonidos o hablando con voz muy suave, rodeándolo y llegando a su lado desde atrás, para poder sujetarlo. Nunca acercarse de frente ni en forma brusca, porque si el animal se encuentra acorralado intentará defenderse mordiendo o arañando.
- Si el gato intenta huir (por ej. salta de la camilla), se puede utilizar un “túnel” de tela con estructura de alambre, o bien hecho con cajas de cartón, colocándolo en el piso para que el gato entre, intentando huir por allí. Al final de este túnel puede colocarse un cepo o jaula, o simplemente un fondo de saco de tela o bolsa de arpillera.
- Si el gato presenta signos de agresión (bufidos, gruñidos, zarpazos o trata de morder), acercarse desde atrás con una manta o toalla, cubriendo las manos con ella, para envolverlo y poder administrarle un sedante o tranquilizante intramuscular. Se pueden usar diferentes combinaciones como un neuroléptico + un opioide (nalbufina 1 mg/kg), ketamina + midazolam, ketamina + xilacina o medetomidina, etc.
Conclusiones
Conocer las manifestaciones y la base neurofisiológica de los comportamientos de defensa de los felinos permiten prevenir y manejar aquellas situaciones potencialmente peligrosas, tanto para el paciente como para el veterinario actuante y el entorno, que pueden presentarse en la clínica diaria.
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* Por Dra. Marina Snitcofsky
Veterinaria UBA con diploma de honor
Especializada en Etología Clínica
Diplomada en Medicina Interna de caninos y felinos (UDLA)
Maestrando en Psiconeuroinmunoendocrinología (Univ. Favaloro)
Doctorando en Neurociencias (FCV, UBA)
Ex becaria estímulo UBA, iniciación FonCyT y doctoral UBA, actual becaria culminación CONICET
Prof. Adjunta Bioestadística, Carrera deVeterinaria, USAL
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